7 sept 2010

Evocamos, creamos, imaginamos sombras


Me enamoré de ese gran árbol de la puerta de mi casa, el que con su sombra la refrescaba. Crecí jugando con sus ramas y sus sombríos atardeceres, en cuya sombra descansaba.
Después con el paso del tiempo me cobijaba a mí y a mis amigos. La misma sombra era testigo de nuestras dichas y desdichas.
Todos nuestros atardeceres bajo ese árbol eran mágicos, cuando se iba la luz del día y veíamos reflejadas las sombras de sus ramas con las luces de la ciudad y el perfume de sus flores que parecían unirse en una sola cosa.
La sombra que nos acompaña es como un gran pesar en la vida de algunos, uno puede llegar a morir con la sombra.
Creo que la tristeza es como la sombra si no la soltamos podemos llegar a enfermarnos.

Eva Gonzalez
3er ciclo
Esc 2 DE 12